El Bósforo....ese océano
Saïd Alami
Los militares turcos, y con ellos toda la corruptela política
de aquel país se han olvidado del Estado en el que viven, como lo vienen
haciendo desde que Ataturk implantó la
esquizofrenia en Turquía (laicismo en el país líder del Islam de entonces) hace
más de 70 años. Para los militares, que se han apoderado de aquella nación a lo
largo de las últimas siete décadas, convirtiéndose en la clase privilegiada y
temida por el pueblo turco, su país tiene un sola amenaza: el partido Refah
(Bienestar), del ex-primer ministro Necmettin Erbakan, o sea, la creciente
corriente islámica que atraviesa aquél inmenso país.
El partido islamista de Refah, que gobernó, en coalición,
durante casi un año, hasta que Erbakan fue forzado hace unos meses a presentar
su dimisión, ahora está expuesto a que el poder judicial, que en buena parte
también está controlado por los militares, lo declare prohibido, tal como viene
pidiendo, con insistencia, el fiscal general turco.
Echemos un vistazo a las noticias llegadas desde Turquía para
observar más de cerca el país resultante de siete décadas de gobierno militar,
directo o indirecto.
En este repaso encontramos que uno de cada cinco casos
que se presentan ante la Comisión Europea de Derechos Humanos son en contra de
Turquía, que se enfrenta ya a 1500 casos de este tipo, según una información
publicada por el diario turco, Sabah, el pasado martes.
No contento con esto el actual régimen “laico” del primer ministro
Mesut Yilmaz, los primeros 100 días de
su Gobierno han sido calificados de negros por la Asociación de Derechos
Humanos de Turquía, según la revista
Briefing. Durante el mencionado período se han producido en Turquía 22
asesinatos en circunstancias no aclaradas, 7.760 detenciones, 114 casos de
torturas, 68 detenciones de periodistas, y 117 detenciones de personas acusadas
de “delinquir en materia de libertad pensamiento”.
Según las
declaraciones realizadas por la mencionada asociación de derechos humanos, publicadas
en el diario Siyah Beyaz, durante los
primeros tres meses en el poder de la coalición laica encabezada por
Yilmaz, las violaciones de los derechos humanos en Turquía “han registrado un
dramático aumento”.
En su informe del pasado mes de octubre, la misma
asociación defensora de los derechos humanos en Turquía señala que en ese período
se produjeron 5 ejecuciones sumarias, 14 asesinatos esclarecidos, 16 asesinatos
de civiles, 37 civiles heridos, 3.687 detenciones de civiles bajo acusaciones
no probadas, a la vez que 472 personas perdieron sus empleos por razones políticas
y 25 trabajadores de la prensa fueron detenidos.
Según la organización norteamericana Comitee to Protect
Journalists (Comité para la Protección de los Periodistas), un total
de 27 periodistas turcos fueron encarcelados y otros 2 fueron asesinados
por las autoridades del país desde la
llegada al poder de Yilmaz. Según la misma organización, 78 periodistas permanecen
actualmente en las cárceles turcas, la cifra más alta de este tipo en el mundo;
a la vez que señala que los informadores son en muchas ocasiones objeto de
acoso y violencia por parte de la policía turca.
Y siguiendo con esta especie de rápido repaso a las
“lindezas” del actual régimen laico de
Turquía, vistas a través de lo publicado sobre ese gran país en un sólo día: el pasado martes; nos
encontramos con la detención, aquél mismo día, de 150 personas que participaban
en una manifestación pacífica, en
Estambul, organizada por el Partido de la Libertad y Solidaridad,
partido izquierdista sin representación parlamentaria.
La actualidad turca transmitida durante el mencionado día,
no se refiere sólo a las flagrantes y sistemáticas violaciones de derechos
humanos que practica el régimen de Ankara, el mismo que intenta franquear la
puerta de Bruselas para tomar asiento junto a los 15 Estados democráticos de la
Unión Europea, sino que se extiende también al ámbito del gravísimo contencioso
kurdo en el que el Ejército turco ha perpetrado, y sigue perpetrando, horrendas
matanzas contra la población de aquella etnia, tanto en territorio turco como
en territorio irakí, violando repetidamente la soberanía de su vecino del sur.
El mismo martes los militares turcos daban muerte a 19
kurdos, calificados por el Gobierno de “separatistas”, en la provincia de
Diarbaker, en el sudeste del país.
Si además de todo esto centramos nuestra atención en las
condiciones de vida cotidiana del pueblo turco, habríamos completado, de modo
muy resumido, la doliente panorámica turca. La población turca sigue sufriendo,
después de siete décadas de odioso ataturkismo-militarista, tanto en las
grandes ciudades como en provincias, a causa de la pobreza, de la falta de
servicios y de infraestructuras, de atraso generalizado y de una inflación
galopante. Las grandes ciudades sufren, además, de las plagas del crimen y de
la prostitución, que han convertido a Estambul en centro de prostitución para
Oriente Medio y el Golfo.
Esta es la ruina que el Ejército turco quiere mantener a
toda costa, con el pretexto de defender el laicismo, por lo que este término
significa, en la Europa democrática -no en la Turquía ataturkista- de
democracia y justicia. Los militares turcos creen que repitiendo eso del “laicismo”
hasta la saciedad, iban a engañar a Europa, con lo que la puerta de la Unión
Europea se les abriría de par en par.
En este afán de conseguir un asiento junto a los 15 de la
UE, Mesut Yilmaz pasó esta semana
por Madrid para solicitar el apoyo de José María Aznar a las pretensiones
turcas de conseguir la entrada en la UE.
En una entrevista concedida al diario El País, Yilmaz decíacon toda arrogancia, que no permitía a
nadie, de ninguna manera, poner en entredicho la pertenencia de Turquía a Europa.
Sería, mejor dicho, la pertenencia a Europa de una pequeñísima parte del
territorio y de la población turca, y de una parte mucho más pequeña aún del
régimen de Ankara. El resto, nada tiene que ver con la Europa de los Quince, ni
con sus aspiraciones sociales, económicas ni políticas. Hay un insondable
abismo entre Turquía y la UE, que no se salva con un puente sobre el Bósforo,
ni con mil.
Si el Partido Refah, el más votado y con el mayor número
de diputados en el Parlamento, es finalmente prohibido, repitiendo el mismo
error cometido por el Ejército argelino en 1992, al prohibir las actividades
del Frente Islámico de Salvación, Turquía, un país que ya cuenta con una
especie de guerra civil a causa del conflicto kurdo, se verá expuesta a un
destino parecido al que hoy sacude a Argelia, con lo que el Bósforo, cuya
anchura mínima, entre la costa asiática y la europea, es de casi 500 metros, se convertirá en un océano insalvable.
27 noviembre1997
Revista Amanecer